Buenas!
Al final, como siempre tenemos que concluir que estamos de acuerdo con ciertas salvedades. Yo estoy dispuesto admitir que el imperio se rompe pero no puedo renunciar a una serie de cosas que figuran como contribución a la cultura mundial provenientes de los EUA. Cierto es que muchas de ellas están revestidas de una cierta pátina de chauvinismo y ombliguismo (otra palabra inventada) que hacen que provoquen cierto rechazo y más cuando nos encontramos en medio de una corriente de antiamericanismo como la que fluye. Esto no podrás negármelo.
Sin embargo el otro día vi otro claro ejemplo de lo enferma que se encuentra una sociedad que tocó techo allá por los setenta y que desde entonces ha entrado en decadencia. Se trataba de un documental que mostraba una reunión que se produce anualmente en Kentucky (junto al fried chicken) de fanáticos de las armas. Pues bien, durante un mes al año en un pueblo del estado antes mencionado se junta una serie de zumbados (no encuentro otra palabra) para compartir su afición que es: enseñar sus armas, ver quien la tiene más grande y gastarse los ahorros de un año en munición. No salía de mi asombro al comprobar como a todos ellos se les llenaba la boca con la palabra Dios, cómo repetían una y otra vez el mantra "las armas no matan, son las personas" o cómo hacían una única distinción entre "buenos" y "malos". Viendo como ponían a niños de 8 años a disparar con un M-16 o una metralleta semipesada mientras el orgulloso papi los sujetaba por detrás para que el retroceso del arma no los tumbase sin importarles las contusiones que el chavalín sufre en el hombro, contusiones, por cierto, que el tierno infante lucirá con orgullo el lunes ante sus compañeros de clase. Además de gastar ingentes cantidades de munición estos infraseres, pues no tienen otro calificativo, se afanaban en intercambiar simbología nazi o filonazi como insignias del Ku Klux Klan o gorras de plato del ejército alemán, siendo el artículo de mejor aceptación una camiseta con el símbolo de las SS. Como digo, alucinante.
Pero lo peor de todo, desde mi punto de vista, era el hecho de que no se trataba de gente de estratos marginales de la sociedad y demás lumpen sino que la mayoría era gente de un nivel adquisitivo medio-alto (el dueño de un alquiler de armas se ganaba más de 100.000 $ en un fin de semana) y con un nivel cultural, para ser yankis medios, bastante aceptable. Eso sí, se trataba en su gran mayoría de fanáticos evangelistas que rezaban antes de empezar y antes de acabar la jornada de tiro, jornadas de tiro a las que no asistía, ni por asomo, un negro o un judío (no quiero ser mal pensado pero, por lo general cuando se remueve la mierda, huele)
Como muestra de decadencia creo que es bastante elocuente pero lo más chocante era que, viendo a estos zumbados y viendo un video de Al-Qaeda no había diferencia ninguna. Ambos defenderían a su dios con uñas y dientes hasta las últimas consecuencias, ambos se entregan a la oración antes de emprender su cruzada y lo que es peor, ambos tienen la misma visión dual del mundo en el que sólo hay buenos y malos, indios y vaqueros, polis y cacos. Una verdadera lástima.
Te paso la pelota pues supongo que algo tendrás que decir. Mi intención era dar por zanjado el tema yanki pero tras lo visto el otro día me fue totalmente imposible no plasmar los sentimientos que me producían las imágenes que estaba presenciando.
Para terminar semejante parrafada voy a recomendar un par de cositas, como siempre. Sin embargo en este caso se trata de la misma historia, una hecha para ser leída y otra para ser vista y escuchada. Te hablo de "Extraños en un tren", estupenda novela de Patricia Highsmith (la mejor junto con "El talento de Mr. Ripley") y maravillosa película del genial Alfred Hitchcock. La historia desgrana las peripecias de unos personajes que se conocen en un tren y urden un siniestro plan que, irremediablemente acabará en asesinato.
Bueno payo, pues nada más, sólo espero no aburrir con tanta inquietud personal. Nos vemos en los bares. Un abrazo.
El Manito
